jueves, 28 de agosto de 2014

El taxista y yo

Ambos nos hicimos el día. Salí temprano de mi casa a esa entrevista en Puerta de Hierro, un lugar "fresón" de Guadalajara, vestida en colores alegres, con mi reloj Chanel, botas Steve Madden y lentes imitación Ray Ban. Al estacionarme un taxista tocó el claxon estrepitosamente como si yo ya estuviera a punto de chocarlo; bajé del auto y vi que aún quedaba al menos un metro de distancia, me burlé de su paranoia sin sentido y comenzó a insultarme a gritos. De inmediato olvidé mi porte femenino y a decir que soy una persona reaccionaria le exigí, tronándole los dedos, que bajara de su carro, mientras él desde su asiento seguía escupiendo improperios, al tiempo que yo lo retaba a que arregláramos el asunto como "hombres". Abrí la bolsa y dudosa entre sacar mi gas pimienta o el teléfono celular, opté por el segundo, retomé mi porte de niña bien e hice como que marcaba un número dictando sus placas. De inmediato pilló el carro y huyó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.