viernes, 22 de mayo de 2015

De paseo


La carretera está llena de pasadizos insondables
si no levantas los pies, el abismo es transparente
y te prohíbes en los límites de las uñas
por aquello de la fotoinfracción
multiplicación de espejos
fichas de dominó taladran el suave río que contrae tu mirada en el retrovisor
cuidado con ser cuadrúpedo ciego
es más difícil el retorno que cambiar de dirección
una vela puede consumir un nido y camiones de carga
salvo los aguijones en tu cabeza
los rasguños internos en tus pieles
contesta con tu voz desde la punta de una lengua
escucha cuando hayas caído en la cascada de manos 
imagen dantesca
entre la nada y el abismo: las noticias
s i l e n c i o número 143 y contando,
se respira la muerte en el aire pegado a la tinta de papel,
del radio, no hay periódicos entre montañas de tierra, no pasa nada,
nada se escucha,
son fuegos caídos del cielo por la ley del más fuerte
y el vestido no me queda, hace calor y la caseta está tomada,
y me alegro muchísimo, grito de alegría,

por salvarme de pagarle 33 pesos al gobierno.

viernes, 24 de abril de 2015

El viaje familiar

Un hogar en una van, nos codeamos con el sueño hippie, papá, mamá y sus cuatro hijos, sólo faltaban flores y signos de amor y paz.
La Sierra Tarahumara y su olor a pino y leña, piedras gigantes, ya nos sentíamos en un videojuego de Mario Bross, de fondo música de José Alfredo Jiménez, y luego los tambores y panderos de los rarámuris, preparándose para la fiesta patronal.
Ahora bajamos rumbo al mar, por vez primera, todos hablábamos al mismo tiempo y sosteníamos un limón en la mano, por aquello de las ganas de vomitar. Un alto en Hermosillo, la plaza en tonos rosa y beige, fuimos muy felices con un boli de carrito de paletas y seguimos, ya estiradas las piernas, hacia nuestro objetivo: Bahía de Kino.
La cámara estaba en play, lista para captar un nuevo mundo, así debieron gritar los conquistadores en las carabelas, para nosotros era: ¡agua a la vista!, infinito azul, aquí déjenos, ya sabemos nadar y una “A” prolongada sin pausa más fuerte y más baja y todos a coro, no dejamos de decir “A” por diez minutos, hasta que nos estacionamos en un lugar donde pensábamos acampar.
Toda la vida para llegar a este momento, la más pequeña había aguardado un año y medio solamente, y la mayor (yo) entraba ya en la edad nefasta de la adolescencia, pero en asombro grité tanto o más  que mis hermanos de 9 y 7 años.
Los quemadores y los mosquitos hicieron de las suyas, acostumbrados al clima seco de Chihuahua, el encuentro fue tan mágico como explosivo: nos fuimos a un hotel en Guaymas.
La aventura cuasi mochilera se volcó en un viaje de cinco estrellas y una hielera siempre llena de gatorades para evitar la deshidratación de los menores y unas coca-colas para las cubitas de mi papá.
Los cd´s piratas de José Alfredo permanecieron durante todo el trayecto y de vez en vez se intercalaban por Juan Gabriel y Lucha Villa. Llaveros y playeras 3 x 100 de Mazatlán para los amigos, artesanía de Tlaquepaque para mi abuela, recuerdos de ranitas que mueven los ojos de Vallarta para no sé quién, una caja llena de conchitas y frasquitos de gerber vacíos y vueltos a llenar con arena que llegó mohosa cuando volvimos a casa, después de un mes, y una figurilla de Santo Niño de Atocha, a quién habían prometido visitarlo hacía doce años, cuando nací y me tenían que operar y dieron su  palabra de ir a verlo si evitaba el hecho del que me enteré hasta entonces.
Ay qué bonito Paseo del Centenario, ay qué bonita también su catedral, aquí hasta el pobre se siente millonario… Ya pagarían después las 4 tarjetas de crédito que intercambiaban según las fechas de corte para ajustar presupuesto.
En carretera, bajamos por mangos en Nayarit, y nos dijeron que la gente ahí no moría de hambre ni frío, y entonces fue como toparnos y saludar de mano al paraíso. En Guadalajara probé los mejores tacos y conocí lo que era un mariachi.
Ya de regreso, en Jiménez, no encontramos banco, ni tampoco en Camargo, ni Delicias, pero regresamos sanos y salvos con catorce pesos en la bolsa.
Muchas fotos y videos son testigo de lo inolvidable y de lo mucho que peleamos, jugamos, cantamos, en fin, un hogar en una van que se vendió al siguiente fin de semana.

Nunca más volvimos a viajar todos juntos.




viernes, 20 de febrero de 2015

Cuentos

Se ha puesto de moda cuestionar el trasfondo de los cuentos de hadas:
Blancanieves era una degenerada por estar con siete enanos y de todos no se hacía uno: el que no era gruñón era perezoso y el que no vanidoso, otro digamos, taradito, y así todos hombres a medias.
Alicia estaba tan drogada que se aventó un súper viaje con gatos y conejos que hablan.
La alcohólica de Cenicienta vomitó calabazas y luego inventó que su carruaje había desaparecido cuando no supo dónde lo dejó, al igual que su zapatilla nueva.
La bella durmiente ni cómo defenderla, una flojonaza que no sabía ni enhebrar una aguja, se pincha el dedo y ya "no more work" hasta que llegue el salvador y dueño de sus noches.
Caperucita, fue la más lista, se dejó atrapar por el lobo, ella no esperaba príncipes, lo suyo era una fiera sensible que hiciera todo por ella, hasta librarla de seguir cuidando a su abuelita; luego heredó la cabaña y al final culpó al peludo animal contra quien procedió legalmente.
La Sirenita, al contrario, dejó todo por el hombre, su esencia, su hogar, su voz y voto... ¡La perdimos!
Y la Bella tenía la firme creencia de que un verdadero caballero debía ser feo, fuerte y formal, pero se la vivió tratando de cambiar a su galán, de reeducarlo, volverlo guapo y hasta eso que él fue cediendo; algo quería y no era dinero.
Las princesas besan sapos con el deseo de que se conviertan en príncipes y al final viven con ellos felices para siempre y nunca se habla de hijos, sin embargo, en la vida real se casan con esa idea romántica y muchas veces no pueden esperar para "trascender" y dar la noticia de que ya está por llegar al mundo y ver la luz el producto de su amor, tan parecido a ambos, con los ojos de él y la sonrisa de ella.
Muy criticado el papel de la mujer en los cuentos, pero también los varones llevan una carga muy pesada: Arriesgar la vida con tal de tener feliz a su reina: pelear contra dragones, vestirse bien, ser condes o millonarios y jurar fidelidad.
Es más fácil tomarlo a guaza pero en su momento nuestro tierno cerebro fue muy feliz con esas historias que se quedaron en el subconsciente y es algo ya intrínseco en nuestra cultura, por eso aplaudo la moda de al menos cuestionarlo, pero aplaudo aún más a los padres que leen con sus hijos a Tolkien, Mark Twain, Homero, Franz Kafka, Antoine de Saint-Exupéry, y si además añaden algo de poesía, podemos comenzar con Nicolás Guillén, Rubén Darío, Dulce María Loinaz, José Juan Tablada y César Vallejo.
Es bonito pensar en un príncipe, pero imaginar aventuras, batallas épicas y mundos que motiven la reflexión sobre nuestra existencia, puede ser otra espada que nos ayude a evadir o a enfrentar la vida, a según lo exijan las circunstancias.


sábado, 1 de noviembre de 2014

El zombie

Tiene clausofobia o miedo a los finales, así que se conforma con sólo leer la sinopsis de los libros, ver el principio de las películas, desaparecer del restaurante a mitad de la primera cita y nunca ha probado ningún postre. De lo demás, ni hablemos. 
Ha adoptado algunas técnicas como no bajarle a la palanca del baño sino hasta que vuelva a entrar al sanitario, vivir en el centro de la ciudad ya que le aterran las periferias, evitar las puestas de sol y mantenerse en un estado letárgico sin distinguir el sueño de la realidad.
Le dicen El Zombie pero sabemos que no es zombie, es clausofóbico y la única diferencia a simple vista es que él no come cerebros, pues mataría a la gente y, por supuesto, su condición lo obliga a dejarlos medio vivos.

viernes, 31 de octubre de 2014

El amor es un juego de azar

Todos dicen que es mentira que te quiero, porque tal vez es cierto, si o no, que una margarita lo decida, una moneda al aire, cerrarte los ojos y besar tus pestañas, hundirme en las ojeras remolino instante primero en que nace una media luna de mi espalda, admiración a la estatua estilo Miguel Ángel, algodones de azúcar caen del cielo a mitad del invierno, goma en el cabello, tensión en los cables carótidos, fábrica tornasol y una cubierta de chocolate donde  aún quedan residuos de nosotros, aire a galope y en el run run caleidoscopios cuelgan de los árboles y los tomamos y los comemos como frutos, mangos y manzanas, sopa de estrellas a medio día, águila o cruz, ya deshojé todas mis cartas y recorté unas figuritas rojas con ellas para encontrar la respuesta de este amor encontrado en la calle, como se encuentran las margaritas a la orilla de una carretera sin señalamientos, sin saber si estamos perdidos o es que nos hemos encontramos en esta prueba de autor con cachuchas y bloqueador en las mejillas para no quemarnos con tanto sol.

domingo, 26 de octubre de 2014

Delicatessen


Su sueño es instalar a las personas que ama en estrellas separadas.
- Elías Canetti.

Deseaba celebrar la vida y citó a todas las personas que ama en el mismo salón del Titanic. Era de noche y entre la música y el sonido de los cubiertos, un comentario frío y seco como gancho al hígado enrojeció a la gente, acentuando los amarillos vestidos de crinolinas que pican y dan comezón hasta la nuca, secretos guardados en el corsé, así el iceberg que nos tronó en dos la cabeza de ángel y demonio, de educación para mantenernos de pie, con esos pies de dedos apretados que reprimen las ganas de lanzarnos al mar, ante la desesperación de un ebrio que toma sus propios orines alcoholizados, visitante de la zona de tercera clase, se alimenta sin manteles, a pesar de sus dientes perfectos.
Pocos sobrevivimos ante la catástrofe, amarnos de lejitos eleva el mito de la perfección y nos funde en estrellas que nos guían para no ser iguales a aquellos que admiramos con odio. 
Fue un placer esta velada, dice el capitán y el músico, esperamos no volverlos a recibir en nuestro naufragio, hasta siempre y con amor, húndanse  o eleven su espíritu, gracias por su visita con un corto-corto-largo saludo, un apretón de manos, sobadita de espalda y un "hasta pronto". A veces, para amarnos, es mejor dormir en camas separadas.


viernes, 17 de octubre de 2014

Barcos de papel

Alfileres de abejas en manada forman búfalos, charcos de gris y platino en las rodillas a cada tope, entre cáscaras de plátano nada resbala más que el agua y las uñas se entierran en la palma de la propia mano, dos seres abrazados en la moto bajo los relámpagos, nariz roja, hielitos en los codos, ciudad en huelga, la madrugada de abejas que forman lazos de ochos para anudar cerillos en par, que prendan fuego de antemano apagado en la tormenta, hasta que cese el frío y se evapore la imagen entre los cantos de alabanza para una deidad que ignoro, no es Tláloc, es una virgen que ama a sus súbditos que tiran basura, desperdicios de gente y cal y pestilencia camuflage con el olor de calle y tierra y mujeres mojadas de fervor y de ansias de volver a casa, marcha forzada, ideología, rodillas que sangran, barcos de papel y carne, entre lamentos los creyentes piden perdón.