Se cayó un telón de navaja
afiló mis cabellos y me puso
alerta
Dios me invitó a rezar
yo sólo quería pintar de estrella las paredes
navegar
aferrada de uñas.
Amen de amor, no de final ni
gracia
aborrecemos a Ícaro por demostrarnos que caer es un desperdicio
e intentarlo también
de qué vale la ilusión
cuando ensanchamos en nuestro estómago la raíz del abismo,
el lodo en que los cerdos
te chupan
(quitaron sus dientes por decencia, no son salvajes
y aparearon sus muelas por encargo, para que ya no chillen).
Resbalar es morir. Levantarse, hundirse de nuevo.