sábado, 23 de noviembre de 2013

Desconectada


Tenía dos años sin entrenar hockey, llegué a la pista y el coach me puso a prueba. Al finalizar un ejercicio en el que mi técnica era visiblemente más producto de la "cáscara" que de una formación, me dijo: "Te voy a pedir algo: olvida todo lo que sabes, vamos a comenzar de nuevo, de cero, ¿te parece?" (A mí me pareció lo más romántico que jamás me han dicho) Asentí con la cabeza.
Luego tomó mi stick y me pidió que me acercara mucho, que juntos daríamos los pases, me dio instrucciones precisas sobre no temer, sentir el puck en el blade, saber recibir de forma natural, despacio, no pasa nada, aquí estoy, sígueme, sigue mi movimiento, ¿sientes?, poco a poco podemos ir más fuerte, vamos, quiero que estés segura, confía, eso es, así, tranquila, con ritmo... Mi corazón empezó a palpitar tan fuerte que me dio pena que pudiera escucharlo, mientras en mi mente una voz gritaba: ¡Concéntrate, es hockey!


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