La explanada está vacía.
A cierta hora lo inmutable alcanza su mayor pesadez
se levanta un altar para una silla;
en él cae el vacío, crucifijos en la salivación
serpientes
ya se deshojan las paredes y las banquetas
todo es porcelana
y todo está a punto de caerse del buró.
Mis uñas y mis pies crecen, para qué.
Nadie llena su propio espacio.
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