lunes, 11 de febrero de 2013

Animalia 8


Voy a disecar a mis animales, a esa jauría ingrata, así podré exhibirlos, si piensan que son tesoros ahí están pues sobre las paredes de mi sala sin muebles, no son más que preámbulos para nada, fuente y cansancio al que le doy demasiada importancia, sólo he querido saber si hay otro mundo donde la naturaleza sucede, donde los sabores y aromas son un platillo de pájaros o peces, según la dieta a seguir.
Confieso, en el tabú del cuento de la bella y el perro es que me enamoro de la deformidad, y llegan a mi oído los cardúmenes de juicios; dicen que hay demasiados ojos para una cara, no se preocupen, nos unen nuestros defectos, pero descubren, es ahí donde radica la inmortalidad.
Habremos de aborrecernos por sus piernas anchas y mi estructura de cazadora, porque aún quiero matar esta animalia, con un escarpelo recortar formitas de corazones de entre los vientres de oso, león, macaco, bestia, perro y camaleón pisoteado, y quedar exhausta, dormir doce horas en este cuerpo en curvas enjaulado en pestañas, abandonarme al sueño recurrente de la imposibilidad del tigre.
Así es más fácil negarme, huir como siempre o esconderme tras la puerta de mis miedos.





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